martes

El agua es nuestra

Lo poco que tenemos
y lo mucho que inventamos.
Lo invisible y su esencia
cuerpos que acaban con toda oscuridad.
Serás vos, seré yo. Seremos.
Febrero sabe de espejos rotos, de mala fortuna
en la esquina de mi barrio de ayeres, tu mirada
de héroe ajeno, propio, imaginado, deshecho.
Sos de estrellas y tiempo,
soy de lunas y espacio.
Despacio,
la eternidad espera
en tus piernas, en mi vientre
sobre mi pecho tu mano duerme.
No sabemos el futuro, pero no habrá paraísos
no tenemos morada, ni un techo bajo el cielo
pero el agua es nuestra
y algún que otro gemido.
Te vas entre las sombras
y yo te prefiero silencio.
Fantasma y locura,
saliva y viento, ya pasa de mí.
Se me esfuma tu olor de las manos,
maldita mierda tu invento
de querernos como ya no se debe.
por pudor y principios,
por temor a la hoguera.
Te bendigo y maldigo en  mis noches, tu urgencia,
odiado y amado. Constructor de sueños.
Se van con vos mis papeles de esta obra intensa, pero de bajo presupuesto,
el de dama,
el de puta,
el de mascota sumisa,
el de inolvidable,
el de ilusa,
el de trémula,
el de poeta.
Mañana escribiré todos de nuevo,
con tu letra. Un rato, con tu letra.
Mientras el ruido de las cosas que pasan me aturde,
me voy despegando de esta piel
tuya, mía, sucia, colmada,
de lo que sabés dar y lo que no,
de lo que dejas y eso que te llevas:
mi aire, el sueño, las ganas,
no guardo nada, no tengo ensayado ni un sentido adiós, ni una solemne despedida,
ni una excusa, ni la más dulce y ridícula declaración de amor.
Finjo muy bien que no tengo, ni quiero amor.
Para que sólo me quede esta lágrima que baja,
corre, se ríe y se hamaca,
en la comisura de mi boca, que ojalá mañana, no sepa decir tu nombre.

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