"Rara… como encendida te hallé bebiendo linda y fatal…"
Por favor, estacioná el auto me quiero bajar, me quiero ir caminando, necesito pensar.
Tal  vez esperaba que él se opusiera, que le ponga el pecho al vacío que  venía comiéndose todo desde que la noche era noche y no existía otra  cosa más que las sombras.
Los pasos de uno en uno, no la llevan a  ninguna parte, las mismas veredas, las mismas esquinas, la repetida  hasta el cansancio minita que no le sabe más que guiñar el ojo a la  luna, exorcizando torpemente los mismos fantasmas, los mismos miedos, de  la mano de la fortuna tramposa para la mayoria de los juegos de azar.
En  la espalda adheridos y multiformes, fragmentos del último nido que la  parió, síndromes de Estocolmo mal curados y las siempre amenazantes  lágrimas sin llorar.
"Esta noche, amiga mía, el alcohol nos ha embriagado...Qué importa que se rían y nos llamen los mareados!"
El  vértigo como invitado de lujo, arrastrando los pies para no caer,  recordando la corona de espinas que lleva clavada en la garganta,  lastimada por no sucederse, sangrando por una herida estéril y  ambiciosa, incapaz de decir sentencias absurdas como "te necesito"  pero, en verdad... ¿el viento necesita de rincones donde colarse para  justificarse? ¿o la lluvia necesita del asfalto para florecerlo en vapor?
"Cada cual tiene sus penas y nosotros las tenemos...Esta noche beberemos porque ya no volveremos a vernos más..."
Se  recuesta en el delicioso dolor de las preguntas sin respuesta, abre la  puerta y se descalza, vapuleados los esquemas que otrora tenía  metodológicamente ordenados de la A a la Z, las certezas como un adorno  lleno de polvo y agrietado, guardado en un rincón de la casa por "cariño  de coleccionista".
Presa de una fiebre extraña, cierra los ojos para evitar la luminosidad y el desasosiego.
Deberían haber más paredes con grafittis-advertencias en letras luminosas que digan "vivir es un asunto delicado".
"Hoy vas a entrar en mi pasado, en el pasado de mi vida...Tres cosas lleva mi alma herida: amor, pesar, dolor."
No hay indulto para volar con turbulencias, despegar los pies del suelo es un crimen que se paga doble y al contado. 
 
 
Como siempre tus palabras me llegan profundamente. Este es un rincón lleno de poesía por el que me gusta pasar.
ResponderBorrarQue me dsitraiga me dijiste..No funcionó.
ResponderBorrarTengo un eléctrico ardor, y tengo mis penas también.
Estoy tomando nuevas sendas, capaz que te cruzo, quizás no inmediatamente.
Ser tan rara como encendida debería premiarse. O algo.
¡Embriaguémonos!
Mar.